HiCOPresía y eCOPimpostura.

Bajo la batuta de la ONU, como cada mes de noviembre, llegó el ceremonial anual de la COP, la Conferencia de las Partes sobre el cambio climático, esta vez en Dubái. ¡Y van 28! 

Hay un término que se ha puesto muy de moda, por el empecinamiento de muchas empresas y no pocas marcas, el greenwashing; desde la RAE se proponen algunas alternativas al anglicismo, como el ecopostureo, el lavado de imagen verde o la ecoimpostura, palabra que me he permitido incluir en el título de esta entrada, con una pequeña licencia.

Autor: SASE, tscheldt.be

Hace algo más de una década tuve la oportunidad de presenciar este encuentro anual. Asistí tres años consecutivos, en la COP16, la COP17 y la COP18, en México, Sudáfrica y Catar, respectivamente. Nunca volví a participar presencialmente en una COP. Aunque cada año todos se esforzasen en hacernos creer que "esta vez sí, conseguiremos un acuerdo para proteger el clima". Cuanto más se afanaban en este relato, más cínico e hipócrita me parecía el ejercicio. Los años confirman que el avance real es nulo. Eso sí, hay quien saca rédito a todo ello, principalmente los países occidentales, el Norte Global, que se parapeta tras mil y una excusas para mostrar que occidente sí está dispuesto a reducir las emisiones, pero que son los otros los que no quieren. Entre los 'otros' -la mayoría de países y población mundial- incluyen a los países pobres y más afectados por el desastre climático, o también algunos de los países productores de gas y petróleo, cuyas economías dependen casi totalmente de la venta de combustibles fósiles.

¿Porqué tanta hipocresía? En las últimas 48 horas de COP28, los EE. UU. y la UE están culpabilizando a Rusia y a los Emiratos de no querer incluir en el texto la eliminación de los combustibles fósiles. ¡Cuanto cinismo! No hay que buscar excusas, sino sencillamente dejar de utilizar combustibles fósiles en lugar de responsabilizar a quien los vende. Los estados no deben comprar ni subvencionar combustibles fósiles, ni las empresas, las administraciones o las familias. Este es el camino.

Es entendible, pero en ningún caso aceptable, que las empresas petroleras apuren hasta el último segundo para sacar partido del sucio negocio fósil. 

Debemos tachar de hipócrita la posición de la UE al acusar a los países de la OPEP de no querer aceptar la eliminación de los combustibles fósiles en el texto final (phase out es el motivo de discordia). Recordemos que esta misma Unión Europea se ha prestado sin pestañear a comprar gas a los EE. UU., comprimirlo, transportarlo en barco y descomprimirlo al arribar a puertos europeos, como alternativa al gas que antes llegaba directamente de Rusia. ¿Cómo cuadra esta compra de gas estadounidense para compensar el gas que no llega de Rusia con los objetivos climáticos de la UE? Es la misma UE que hace poco más de un año aprobó, por conveniencia, que el gas es una energía verde.

No se queda atrás el Departamento de Estado de los EE. UU. con la Promesa Ministerial Metano Global 2023, según la cual la industria fósil se compromete a reducir las emisiones de metano un 30% hasta 2030. Parece una mala copia de los objetivos del paquete Energía y Clima que propugnaba la Comisión Europea hacia el año 2010, con el triple compromiso 20-20-20 para el año 2020: 20% de reducción de GEI, 20% de la energía (eléctrica) de fuentes renovables, 20% de mejora en la eficiencia energética. 

La administración Biden se ha aplicado a fondo para presentar y divulgar esta reducción de las emisiones de metano como la gran solución a la crisis climática. Hay que recordarles que el metano no es el problema, lo es el CO2. El metano es solo una distracción impulsada por y desde la industria de los combustibles fósiles. Una prueba de ello es que a algunas petroleras de toda la vida, como Exxon o Aramco, les ha faltado tiempo para adherirse a la promesa de reducción de emisiones de metano en los pozos petrolíferos. Todo vale, menos renunciar a los combustibles fósiles.

Y para redondear el cuadro, no podía faltar la guinda anti-China, por la que los medios occidentales recuerdan que China no se ha adherido a este pacto contra el metano que se impulsa desde la UE y, sobre todo, desde los EE. UU. China reconoce que el metano es el segundo gas que más contribuye al calentamiento global, por ello pone todo el énfasis en el CO2 y admite que el metano no entra en sus objetivos climáticos para 2030; sí que lo tiene en la agenda para 2060.

A pocas horas del cierre oficial de la COP28, el texto que se maneja es muy similar al de las 27 COP precedentes. Tan genérico y lleno de palabras vacías, sino directamente falaces, que el texto no interpela ni obliga a nadie. Si le pedimos a ChatGPT que nos escriba un texto para el acuerdo final de la COP, con toda seguridad se parecerá a la versión final.

En las últimas horas de COP28 y a las puertas de la Navidad, también son 28 los grados que hoy se esperan en las costas de levante español. Pues, manga corta y palante, parece ser la respuesta. Debemos hablar más del cambio climático y de la grave amenaza que comporta para la vida en la Tierra tal y donde la conocemos. Y a la par que hablamos del calentamiento global que estamos provocando, debemos siempre recordar que es la quema de combustibles fósiles la causa de este desaguisado, no otra.

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