Eunice Foote y el túnel del CO2

De un tiempo a esta parte, algunos divulgadores de la sostenibilidad han puesto de moda hablar del túnel del carbono o túnel del CO2. Lo hacen, no tanto refiriéndose a una vía subterránea abierta artificialmente, como define la RAE, sino en tono despectivo, desdeñoso, que destila superioridad. Se mira como verdaderos bichos raros a los que mantenemos que la clave pasa por el CO2 y pretenden resolver la crisis climática apartando el CO2 del foco del problema, a la vez que incluyen todos los conceptos al unísono: biodiversidad, reciclaje, uso del agua, ahorro energético, crisis migratoria, por citar solo algunos. Quien mucho abarca, poco aprieta.

Este mensaje se difunde por parte de no pocos pregoneros, insistentemente, con una fe casi ciega. Creo que son vanos todos los intentos de apartar el CO2 del foco de la cuestión, por mucho que se empeñen algunos, acompañados del sordo aplauso aquiescente de la industria de los combustibles fósiles. Resulta que lo del CO2 viene de lejos. Fue una científica estadounidense, Eunice N Foote, quien realizó -y publicó- experimentos muy interesantes al respecto. De manera meticulosa, llenó cilindros de vidrio con diversos gases y colocó un termómetro en el interior. Los dejó expuestos a los rayos del sol y se percató que si el cilindro se había llenado con CO2 -ácido carbónico- se calentaba mucho más que otros tubos llenados con aire u otros gases. Las comparaciones incluían aire seco, aire comprimido, aire húmedo, hidrógeno y oxígeno. 

Eunice Newton Foote (1819-1888)


Le llamó la atención lo mucho que se calentaba el cilindro que había llenado con dióxido de carbono, tanto, que escribía El cilindro conteniendo este gas llegó a calentarse mucho y al ser apartado de los rayos -del sol- tardó mucho más en enfriarse que los otros cilindros. Y continuaba una atmósfera con este gas conduciría nuestra Tierra a una temperatura más alta; y si, tal como algunos suponen, durante algún período de su historia el aire estaba mezclado con mayores proporciones de este gas que en la actualidad, debe haber llevado necesariamente a una temperatura más elevada en la Tierra.



Sus experimentos quedaron negro sobre blanco en el artículo "Circunstancias que afectan el calor de los rayos del sol", presentado en la décima reunión anual de la AAAS (Asociación Americana para el Avance de la Ciencia). El texto fue leído el sábado 23 de agosto de 1856, aunque llama la atención que no fuera la propia autora la que lo leyó, sino Joseph Henry, de Smithsonian Institution. Tres años más tarde, Edwin Drake perforaba el primer pozo de petróleo, en Pensilvania.

Sea como fuere, el trabajo de esta pionera científica quedó olvidado y John Tyndall parece que se quedó todo el mérito de descubrir el efecto invernadero en 1859.

Eunice Foote fue también una activista por los derechos de la mujer. Vecina y amiga de la sufraguista Elizabeth Cady Stanton, participó en la Convención de Seneca Falls en 1848 y firmó el manifiesto Declaración de sentimientos. 

Que sigan con sus cantos de sirena los anti- que desaprueban poner todo el foco en el CO2 y en el pernicioso uso de los combustibles fósiles que conducen al planeta a un futuro incierto para las especies que lo habitamos. No, señores, no es un túnel, creo que han errado en la perspectiva, es una chimenea por la que vaciamos a la atmósfera cantidades ingentes de CO2 cada año. En 2022 alcanzamos los 38.800 millones de toneladas, un 0,9% más que en 2021. Más de cien millones de toneladas de CO2 van a la atmósfera diariamente por esta chimenea que trae tan desorientado a más de uno. 


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  • Eunice N Foote, la mujer que descubrió el efecto invernadero
  • Como los humanos hemos descubierto el cambio climático, con Palki Sharma.
  • Desmontando la visión de "túnel de carbono".
  • Declaración de sentimientos, traducción. Original.
  • La solución pasa por el cálculo de la huella de carbono por doquier, lo explico en ¿Fósil? no, gracias, donde destapo las estratagemas de la industria de los combustibles fósiles. 

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