Eco, verde, sostenible, ... ¿qué más?
Aunque estamos muy habituados a encontrar ejemplos de ecopostureo -greenwashing- en los bienes y artículos de consumo, el fenómeno está mucho más extendido. Hoy entramos en un ejemplo que podríamos ubicar en la cocina del ecopostureo, en su antesala.
Estamos en un momento crítico de la historia y estamos listos para enfrentar los desafíos que tenemos delante. Algún día, todo lo que usamos en nuestra vida cotidiana estará hecho con carbono reciclado, imitando la naturaleza, donde no existe la palabra desperdicio.
Con todo, sería necesario disponer del Análisis de Ciclo de Vida del material. Tomar dióxido de carbono del aire para someterlo a un largo proceso que pasa por la gasificación, la compresión, la limpieza, la fermentación y la separación, para llegar al etanol, el cual será utilizado para fabricar un tensioactivo, que será formulado en diversos productos y acabará siendo biodegradado en el suelo o en las aguas de la planta de tratamiento, pudiendo volver a ser volcado en la atmósfera como dióxido de carbono, es un muy largo camino. Es posible que, el alto consumo de energía necesaria para superar todas las etapas del proceso, culmine en mucho más CO2 vertido en la atmósfera del que teníamos en el punto de partida. Tirando de refranero, que sea peor el remedio que la enfermedad. A pesar de estos reparos, no faltos de base, yo les concedo el beneficio de la duda y admito que la causa que mueve a esta empresa es noble, aunque es posible que el proceso necesite aún ser mejorado para hacerlo más eficiente.
Pero, ¿qué pasa con la potente empresa química que va a utilizar esta tecnología?
Ahí es donde tengo que manifestar mi disconformidad. Estando en emergencia climática, utilizar esta tecnología sería solo comprensible una vez la empresa hubiera reducido a cero sus emisiones de CO2. La causa primera del cambio climático son las emisiones de CO2 a la atmósfera provocadas por el uso de combustibles fósiles. La solución pasa por eliminar las emisiones. Si una empresa ya hubiera reducido a cero sus emisiones directas, o casi, estaría legitimada, a mi entender, para usar una tecnología similar, de lo contrario cabe preguntarse si lo único que se pretende es el ecopostureo, el simular que se actúa para proteger el clima, sin hacerlo verdaderamente.
Una simple consulta al informe anual de sostenibilidad -2022- de esta empresa (pp. 14, 16 y 112) nos aclara la situación. Por un lado, la huella de carbono -43 millones de toneladas de CO2 en 2005- se ha reducido en 8 millones de toneladas en los últimos 17 años, hasta 2022. A este ritmo se tardaría casi un siglo en la reducción a cero; sin embargo, detallan en el informe, se van a reducir 5 millones de toneladas desde ahora hasta 2030, en solo 8 años. Durante las dos décadas de 2030 a 2050 la reducción deberá ser tan drástica como poco creíble, para alcanzar, supuestamente, los 3 millones de toneladas en 2050.
Por otro lado, dado que las emisiones de la empresa han aumentado en 2022 respecto al año anterior, se escribe que "el equipo ha desarrollado y aprobado planes de reducción de emisiones .... y se está trabajando en la definición de nuevas oportunidades durante 2023". Todo ello bajo el, aparentemente, contradictorio compromiso de estrategia de crecimiento y descarbonización.
En resumen, sí que es cierto que Dow ha reducido sus emisiones directas de CO2, grosso modo a razón del 1% anual los últimos 17 años, un 15%. Muy difícil de creer el compromiso de reducción hasta casi cero en los próximos 27 años; veremos qué se explica en el informe de 2023. De momento, lo que se observa, al igual que en otras muchas empresas, es puro ecopostureo.
Con un ejemplo se verá aún mejor. Si nos encontramos en alta mar y el navío en el que viajamos tiene una vía de entrada de agua, lo urgente es taponarla y prevenir que prosiga la inundación de la nao, pues corre el riesgo de irse a pique. Si, en medio de las prisas y la emergencia, de pronto un marinero corre raudo hacia la cocina, vuelve con una cucharita y se pone manos a la obra para achicar el agua que inunda la embarcación, cucharita a cucharita, devolviendo el agua al mar, ¿qué pensaríamos? ¿estaría ayudando a solucionar el problema de verdad, o solo gesticulando en la pretensión de resolverlo? Lo más seguro es que le diríamos que deje la cucharilla y se arremangue con los demás para cerrar el boquete cuanto antes.
Estamos en emergencia climática, anualmente arrojamos a la atmósfera 36.000 millones de toneladas de CO2 debido al uso de combustibles fósiles. Esta es nuestra vía de agua que pone en riesgo el clima terrestre. Lo apremiante es interrumpir inmediatamente las emisiones de CO2, dejar de quemar combustibles fósiles. Sin esta premisa, cualquier gesticulación adicional no pasa de mera impostura que posterga solucionar un problema cuya reparación es más apremiante que nunca. Medir y reducir la huella de carbono es una medida inaplazable, para familias, municipios, administraciones, empresas y estados. Te lo explico en ¿Fósil? no, gracias, donde destapo las estratagemas de la industria de los combustibles fósiles.

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